La autora nos ofrece un relato muy personal de su experiencia mientras cuida su jardín, entrelazando reflexiones sobre la necesidad que impera en la actualidad de «tener» éxito, un proyecto, objetivo, misión o de tener que ser de una determinada manera, olvidando el valor de las pequeñas cosas que realizamos diariamente sin darnos cuenta.
Ya no prestamos atención a los mensajes que nos da la vida.
María nos recuerda cómo nos pueden afectar el estrés y el miedo en la edad adulta, en temas relacionados con la prejubilación, el paro y el desasosiego e incertidumbre que estos pueden producir.
El jardín de la Solana aporta un mensaje de tranquilidad a través de la atención y observación diaria de un pequeño ecosistema. En el que la percepción de la riqueza de matices, olores, sabores y el lenguaje de las plantas, te recuerda la importancia de permanecer en el presente.